Carta a Dios.
A Héctor.
Padre Nuestro que estás en el cielo, allá, cerca de la lluvia y de los misiles, como te dijo aquel poeta que olvidaste en el exilio. Espero que esta oración llegue hasta ti a pesar del ruido insoportable que como humanos provocamos con nuestras pequeñas tragedias cotidianas. Me atrevo a escribirte, Dios mío, a pesar de que me resultas inalcanzable; debo decirte que me conmueve más la efímera vida de una rosa en el jardín de mí casa que florece enfrentándose directamente a la hostilidad de la vida, que la magnificencia infinita que promueves en las iglesias y en tus conventos milenarios.
Sin embargo, hoy desperté con el firme deseo de escribirte y de hacer una oración, ya ves, la vida de nosotros los hombres es un largo corredor de contradicciones. Te escribo quizá porque no tengo mucho que hacer este día, o porque en realidad me gustan las oraciones. Tú no puedes penetrar en el misterio de la oración y me da lástima pensarlo, tu nunca haces oración allá desde tus cielos, no lo necesitas, estas en la eternidad, en la gloria, en la paz infinita, vives rodeado de cánticos y de luz. Esto de las oraciones es para nosotros que somos frágiles y vulnerables, ¡vaya cárcel la tuya!. Deberías intentarlo, la meditación es dulce como una fruta, es la posibilidad de viajar desde la fuerza del espíritu, ¡casi como tú!. Uno cierra los ojos y de pronto entra en el poderoso mar de la vida que se revela desde dentro, el mundo entra por los sentidos y uno se siente libre por un segundo de la cárcel de las apariencias. Deberías intentarlo, sólo que para eso debes hacer lo imposible, Dios mío, debes aceptar tu fragilidad.
En esta tarde azul como los ojos de un lago, me ha dado por orar y hablarte directamente. Espero que no tomes en cuenta mi impertinencia, además, nosotros soportamos las tuyas, como eso de asustarnos con fines del mundo y Apocalipsis devastadores que nos hielan la sangre y nos lanzan a la angustia de un final inminente y total. Entonces, permite dirigirme a ti como un hombre y no como un mero feligrés sujeto a tu misteriosa voluntad.
Así que tu sabrás disculpar mi impertinencia. Y me gustaría ser generoso por una vez y no pensar en mi. Estoy lleno de amor, me diste ojos para ver la estela de la luna devorando el sabor del cielo nocturno, me diste gente que me ama, que piensa en mi cuando penetra en el misterio de la montaña , me diste el color de mis desiertos y los ojos de mi madre, me diste la paz de las estrellas solitarias que tocan a mi ventana en las noches más densas, me diste las palabras que me revelan los secretos más hondos del hombre, me diste la música, me diste la risa de mi padre y las manos de mis amigos. Hoy quiero pedirte por aquel del quien cruelmente te has olvidado, no se si porque en realidad te gusta que te adulen o eres un poco irresponsable con tus ocupaciones, en verdad no lo se.
Me gustaría pedirte por los rebeldes de Siria que hoy sufren el acoso de la codicia y la maldad de las armas, no se si su causa sea justa o no, se que son arrasados por las armas más crueles que surgen de la perfección de la guerra; permíteme decirte algo, nos diste una habilidad suprema para dañarnos de la manera más terrible. Tus grandes teólogos dicen que somos una parte de ti y eso me parece una idea bellísima, ¿a quién no le gustaría ser parte del creador del universo?, dueño de la mas alta hermosura y proveedor de los bienes del cielo y de los más preciados dones terrenales; sin embargo si es verdad que somos parte de ti, si eso es verdad, entonces tienes cáncer, Dios mío. Si eso es verdad, entonces estas sumamente enfermo, si somos una parte de ti y no hemos hecho más pelear y matarnos e inventar armas cada vez más destructivas entonces algo grave y horrendo debe estar pasándote. Si lo piensas un poco y te asustas por lo que creaste empezaras a hacerte en verdad amigo mío.
También quiero pedirte por los indocumentados que atraviesan nuestro país, que se enfrentan a este terrible dragón que se llama México, que sufren el embate de nuestras autoridades y la maldad de nuestros compatriotas. Debe ser terrible ser un fantasma silencioso, debe ser terrible andar por un país como este, lleno de sangre y furia, y no tener mas aliado que la fe, y la fortuna. En este caso les deseo fortuna a los indocumentados, la fe quizá les traerá mas amargura. Te pido por ellos, que tu rebaño deje de ocuparse por cosas innecesarias como la construcción de iglesia, que los lleves por el camino del bien también a ellos que creen que están salvados, y acudan en auxilio de aquellos que en verdad les necesitan. Y que jamás se nos olvide que nosotros también somos peregrinos en esta vida, que pasamos hoy como un viento y mañana no estamos, que aprendamos a leer nuestro destino en el destino de esos hombres fugaces que buscan el pan lejos de su tierra. Nos da mucha vergüenza lo que ocurre en este país, ayúdanos a abrir los ojos, a ver el terrible mal que entre todos hemos provocado y sobre todo ayúdanos, Dios abismo, a despertar de este absurdo sueño de siglos. Esto es urgente porque como dijo el poeta Sabines, la eternidad se nos acaba.
Te pido también por las madres que esperan a hijos que ya nunca llegarán, por aquel viajero que vaga y espera con ansia la vuelta a casa, por el que hoy pasa hambre y frío y sed , por aquel que vive tan preocupado de si mismo que nunca tiene tiempo de pensar que el otro también existe, por la viuda y por el niño que rueda por la calle buscando el fuego de la vida y que despreciamos todos los días sin darnos cuenta. Te pido todo esto no en tu nombre porque justo ahora recuerdo que nunca lo has querido revelar; cuando Moisés, uno de tus hijos predilectos, te preguntó tu nombre para tener la decencia y educación de saber con quién estaba tratando decidiste no decirlo y tuvimos que conformarnos con un parco y misterioso: “Yo soy el que soy.” Sabes , para nosotros el nombre es muy importante, uno da su nombre a la persona en quién confía, a la que ama, con la que trata, algunos no tenemos mucho más que nuestro nombre. Lo tenemos para pensar en aquel amamos, para honrar a nuestros padres, para soñar con el nombre de esa persona que nos habla de amor. El nombre es para nosotros más importante de lo que tu crees, pero si no lo quieres revelarlo espero que tengas razones muy poderosas. Quizá alguna día decidas confiar en nosotros y nos reveles tu nombre y tu rostro sin el peligro de quedar fulminados , no sabes como nos gustaría verte a los ojos y saber en verdad de que se trata ser tus hijos.
Por lo tanto he decidido no pedir todo esto por tu nombre, permíteme pedirlo por cosa más cercanas, más mías, por la justicia, por la dignidad, por la paz, por la imaginación, por el sexo, por la música, por esas ganas locas de vivir que se agitan en las venas de los adolescentes, por la fuerza de un niño, por la paz de los ancianos. Y sobre todo por ese último don que nos queda para andar por el mundo, que es nuestro último refugio y nuestro primer deseo: el amor.
Salud, Dios mío, esperamos que algún día despiertes, que no sea demasiado tarde. Nos estamos dando cuenta que empezamos a estar mejor sin ti.